jueves. 18.04.2024
Mª Luz Ortega & Carme Tàpies, Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo

Construyendo un mundo más justo: la poca distancia que separa al cielo y al infierno

“El palomar”, la sala más emblemática del pabellón de Cuba durante la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla no pudo darnos cobijo. Tampoco tuvimos como landscape la Avenida de la Palmera con sus calles cubiertas de azahar, ni el sol nos acarició, mientras hablábamos, a través de las enormes cristaleras que rodean toda la sala. Encima de la mesa faltaban tres tazas de café de comercio justo, y su aroma tampoco se convirtió en esa cálida nube que nos embriagaría durante un rato. La crisis sanitaria nos impidió todo eso, pero no la realización de esta entrevista.

Mª Luz Ortega & Carme Tàpies
Mª Luz Ortega & Carme Tàpies

— ¿Eso me vas a preguntar en el contexto de crisis en que nos encontramos?

Mª Luz Ortega, la directora de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID), ríe ante lo surrealista que parece, a primera vista, hablar de la importancia de la educación para el desarrollo en esta tesitura, sin embargo, no tarda en responder de manera tajante. La gente no atiende al valor de lo que es en sí misma: generar una ciudadanía crítica y consciente del mundo globalizado en el que vive.

De manera inconsciente, y en último término inevitable, la conversación se balancea hacia el monotema por excelencia. Carme Tàpies, jefa del departamento de Acción Humanitaria de la AACID, hace unas comillas con sus manos mientras habla rotundamente. Parece mentira que nos tenga que pasar esto en el mal llamado “mundo civilizado”, “desarrollado”, “Occidente” … para darnos cuenta de que esta es la vida cotidiana de millones de personas desde hace muchos años en todo el mundo. Incorporándose en la silla de oficina en la que se encuentra sentada frente al ordenador y con tono solemne continúa. Vamos a ver, en el año 2018, según la OMS, murieron 15.000 niños menores de cinco años al día por causas perfectamente prevenibles y tratables. Es decir, si sumamos son cinco millones de niños, y ni se hundió la bolsa, ni era el apocalipsis, ni nada de nada de todo lo que nos está ocurriendo ahora. ¿Y eso por qué? Pues porque el mundo es un lugar tremendamente insolidario y desigual.

Carme Tàpies: "el mundo es un lugar tremendamente insolidario y desigual"

Como si de una presentación perfectamente preparada se tratase, Mª Luz continúa al hilo del tema tratado por Carme, en este último caso, visto desde la perspectiva de una cooperante humanitaria. En el caso de esta pandemia, que es global, hay gente que no tiene casa o que su casa no tiene instalaciones como para poder estar cerrada. Hay gente que vive al día y que si no sale a trabajar no tiene qué comer. Eso está pasando en Córdoba, pero también está pasando con mucha más virulencia en otras partes del mundo. Desde la educación para el desarrollo se trabajan todos esos valores de solidaridad y de conciencia global.

Mª Luz Ortega: "En el caso de esta pandemia, que es global, hay gente que no tiene casa o que su casa no tiene instalaciones como para poder estar cerrada"

Con una postura ahora bastante más relajada, las manos sobre el regazo y a unos centímetros más de distancia de la webcam, Carme habla despacio, de manera serena. Ante ese sentimiento de fragilidad que nosotros sentimos ahora, que de alguna manera nos conecta, o debería conectarnos más con lo que ocurre en el resto del mundo, con los millones de personas que también sufren al mismo tiempo que nosotros, y que hasta ahora veíamos tan lejos, a lo mejor ahora los vemos un poco más cerca. Ojalá… A lo mejor esto está brotando humanidad, esperanza, que en el mejor de los escenarios suponga el darnos cuenta de que no estamos solos, de que el mundo está interconectado. Que me importe lo que le ocurra a los demás, porque, es que en definitiva, la acción humanitaria es solamente un parche para todas estas situaciones.

La rotundidad con la que ambas hablan, desde la seriedad y la conciencia más absoluta, acerca de sus áreas de trabajo, habría convencido hasta al más escéptico. La siguiente pregunta, acerca de los viajes realizados a lo largo de su carrera, nace de la curiosidad ante la veda ya abierta.

Mª Luz eleva la mirada y frunce los labios, pensativa, tratando de dar orden a sus ideas. Mirando de nuevo al frente relaja la expresión. Con 18 años tuve muchas experiencias. No tuve que viajar muy lejos, fue en la sierra de Albacete, en Yeste, una zona muy deprimida de España donde estuve haciendo voluntariado durante toda mi etapa universitaria. Iba todos los veranos un mes allí, y aquello a mí me marcó. Descubrir el valor de la persona, acompañar a la gente. Fue un encuentro con la pobreza sin tener necesidad de ir a un país empobrecido, y que además ese tipo de pobreza la tienes en todas partes, no hace falta viajar, es simplemente abrir los ojos para verlo. Hay una pobreza material y luego también hay otro tipo de pobreza que en nuestra sociedad abunda mucho, que es la espiritual.

Mª Luz Ortega: "Hay una pobreza material y una espiritual"

Pero bueno, cada viaje te va marcando, entonces aquel me marcó en el sentido de mi vocación, de decir yo tengo que trabajar por esto, tengo que trabajar porque la gente vea, porque en los entornos en los que vivimos no vemos. El silencio se hace, pero no es incómodo. Después de haber escuchado, Carme, del mismo modo en que un relevista toma el testigo que le ha dejado su compañero, continúa, sin necesidad de que vuelva a ser formulada la pregunta.

Carme tiene una sonrisa cálida y agradable, capaz de transportarte a su propia burbuja si la escuchas con calma. Soy una persona muy pasional y cuando me preguntan por lugares interesantes, siempre digo que a mí todo me gusta. Absolutamente todos los lugares son interesantes para mí. Me interesa lo que ocurre dos calles más allá de donde vivo, pero uno que me haya marcado creo que sin duda fue cuando fui a Angola. Llegué cuando estaban firmando unos débiles tratados de paz, cuando en realidad la guerra continuaba. Fue una experiencia muy dura, de adaptación personal porque llegaba sola, porque logísticamente no tenía todos los apoyos y también porque todo me resultaba tremendamente desconocido e inhóspito. Era la realidad de un país con enormes recursos naturales sumido en la miseria, en la violencia.

Carme Tàpies: "Me interesa lo que ocurre dos calles más allá de donde vivo, pero uno que me haya marcado creo que sin duda fue cuando fui a Angola. [...] Cómo era posible que el cielo y el infierno estuvieran a pocas horas de avión"

La calidez de su rostro se vuelve un tanto opaca. Carme hace una pausa en su relato para tragar saliva, y continúa. Me impactó muchísimo. Cómo exactamente a seis horas de avión desde Lisboa había otro mundo. Cómo era posible que convivieran mi realidad, de mi familia en Barcelona, de mis amigos, y a unas pocas horas de diferencia la realidad de Luanda. Cómo era posible que el cielo y el infierno estuvieran a pocas horas de avión.

Mª Luz parece haber recuperado otra experiencia. Se incorpora, concentrada, pero sin mirar a la cámara, mirando a un punto fijo de la habitación en la que se encuentra. Parece buscar algún otro detalle. Profesionalmente, uno de los que más me marcó fue el viaje a Nicaragua. En aquel viaje a Matagalpa tuve conciencia de mi vocación y del valor que tenía el trabajo que yo realizaba. Y el valor, te ayuda a descubrir el valor de la persona. Por encima de todo hay un ser humano que tiene los mismos derechos que tienes tú, que no ha tenido las mismas oportunidades y por lo tanto no ha podido desarrollar las mismas capacidades para afrontar la vida.

Como quien, tras coger impulso ha alcanzado una velocidad cómoda, continúa. Y luego claro, el último también me marca. Me marca porque ya soy directora, el pensar lo que represento en un momento determinado para tanta gente. Cuando viajas como directora de la Agencia Andaluza no eres tú, eres una institución y estás representando al conjunto de los andaluces y andaluzas que quieren llevar la solidaridad y compartir un poquito de su riqueza con otros. Yo creo que los viajes al final, si no los consumes, son experiencias.

Broche de oro y Carme vuelve a coger el testigo. Colombia. Aquello me impactó profundamente hace muchos años. Vi una niña que tenía malaria y la médica con la que iba me dijo que esa niña moriría en dos días si no le era suministrada la medicación. La medicación era una pastilla que nosotros teníamos como personal internacional pero que era muy cara y que no se accedía de manera habitual en los servicios a los que esta niña no tenía acceso. Por supuesto, le dimos la pastilla, la niña se salvó, pero fue por eso, porque de repente tuvo acceso. Cosas de la vida.

Y entonces piensas que lo importante es invertir en un mundo más justo para todos. Que tengan servicios como los que tenemos nosotros, acceso a medicamentos exactamente igual como los que tenemos nosotros. A ver si con lo que nos está ocurriendo pues nos damos un poco cuenta de esta situación y podemos mejorar.

La curiosidad se hace aún más intensa y embriaga el ambiente. La mejor opción es ahondar, durante un ratito, en la historia personal de cada una de ellas. Hace algo más de un año que Mª Luz ocupa el puesto de directora de la AACID. ¿Por qué dejar la Universidad para unirse a las filas de la Agencia Andaluza? Parece tenerlo muy claro. Creo que es una oportunidad el ponerte a disposición de la administración pública. Era un reto, y lo es. Un reto enorme porque yo nunca había dirigido un equipo de estas características. Pero claro es trabajar por aquello en lo que tú crees y a lo que le has dedicado toda tu vida. Es una oportunidad también de marcar una senda en la que crees, que es la senda del desarrollo humano.

Mª Luz Ortega: "La Agencia Andaluza es una oportunidad también de marcar una senda en la que crees, que es la senda del desarrollo humano"

Y luego también me hizo dar el paso la llamada de la consejera. Yo no me podía creer que me llamara, quién le había dado mi nombre. Por otro lado, también me mantiene mucho el ver a la gente que está contenta y que me anima y que me da las gracias por haber asumido este reto. El apoyo del sector, un sector que es el de la cooperación apoyó mi nombramiento y lo vio con mucha alegría. Ahora hay mucha gente que me dice cuídate, cuídate, cuídate…

Como deja ver Mª Luz, en tiempos de una crisis sanitaria como la del Covid-19, no son pocos los que tienen los ojos sobre ella y se preocupan por su salud y el manejo de la situación. No tiene que ser nada fácil el sobrellevar tal presión y responsabilidad. Pero ella tiene la respuesta a tanta incógnita. Pues mira se maneja con fuerza, con la fuerza de la gente. Hay mucha gente detrás que apoya. Yo sí que he visto que toda la Agencia se ha volcado en sacar esto hacia delante. Esta crisis saca lo mejor del ser humano.

Es difícil eh, es difícil… Estamos ante una pandemia global que llega primero a los países más ricos pero que acabará en los países más pobres. Pero llega a los más ricos y golpea, y yo creo que a la sociedad española todo esto nos tiene que ampliar la mirada. Cuando se salga tenemos que tener todos el compromiso de seguir mirando hacia otros países. No podemos recortar la ayuda.

Mª Luz Ortega: "a la sociedad española todo esto nos tiene que ampliar la mirada. Cuando se salga tenemos que tener todos el compromiso de seguir mirando hacia otros países"

Lo que estamos haciendo desde la AACID es reunirnos. Hemos tenido reuniones con todas las ONG que trabajan en salud para ver cómo podemos reenfocar los proyectos para ayudar en el tema de la pandemia. La cooperación directa también la vamos a intentar reenfocar sin aumentar el gasto, simplemente los proyectos que aún no habían empezado reubicarlos. Vamos a trabajar, a ver si sale, en Senegal, en un proyecto para niños de la calle. En Dakar hay cerca de 20.000 niños viviendo en la calle, es una barbaridad.

Entonces, bueno pues estamos trabajando codo a codo con la administración, con el gobierno central, con la Agencia, trabajando también con organismos internacionales... De la dificultad hacer virtud. La Agencia Andaluza había tenido problemas administrativos que habían ralentizado el inicio de los proyectos. Por ejemplo, con UNICEF teníamos un millón de euros ahí, un millón de euros que estaban paralizados y que se han liberado a través de un trámite burocrático. Ese millón de euros para UNICEF era para hacer frente al cólera en Liberia. Ya no hay cólera y vamos a intentar reconvertir ese proyecto en uno frente al Covid-19 desde la Junta de Andalucía.

Por supuesto, si podemos aportar más, fenomenal, pero yo creo que también la administración tiene que saber adaptar la cooperación a estos momentos y reubicar y acompañar todo lo que desde terreno nos están diciendo y nos están pidiendo.

La información y los datos son muchos y diversos, pero todo tiene un sentido y gira en torno a un mismo objetivo, la cooperación para el desarrollo de aquellas zonas del planeta que más lo necesitan y de aquellos colectivos que han sido dejados atrás. Carme está expectante. Su currículo es impecable, pero ¿qué la hizo tomar el camino de la cooperación internacional? ¿Hubo un punto de inflexión? ¿Fue una decisión meditada a lo largo de los años?

Carme echa la vista atrás. Recuerdo que desde niña me interesaba mucho que es lo que ocurría más allá de mi realidad concreta, de mi familia o de mi ciudad, lo que ocurría en el mundo. Me interesaban mucho las noticias internacionales y también me inquietaban y me angustiaban incluso. En la adolescencia elegí estudiar derecho y me gustó principalmente todo el tema de derecho internacional y derechos humanos. Me interesé por las convenciones de Ginebra, el derecho de guerra… Busqué personas que tuvieran intereses parecidos y fue de esta forma que fui a parar al primer curso de posgrado de la facultad de económicas con la ONG Món-3, sobre cooperación internacional.

Aquello cambió completamente mi cabeza. Desde entonces nunca pude dejar de pensar en clave de lo que ocurría más allá de nuestras fronteras y un sentir un poco como de justicia global, no sé cómo explicarlo. Tiene que ver también seguramente con la situación de mi familia. Mi hermana es discapacitada mental y supongo que he crecido siempre teniendo en cuenta que la diferencia es lo normal y con esa convivencia con la diferencia, con lo excluido, con lo que no es lo evidente. Creo que eso ha sido importante en la concepción del mundo que tengo.

El encuentro comienza a apagarse. Lo distendido, profundo y necesario de la conversación hace que por momentos no se sienta esa distancia que nos separa. Una última pregunta al aire para las dos. ¿Qué pediríais si os dijeran que os va a ser concedido un deseo?

Mª Luz frunce el ceño y se lleva el índice y el pulgar de la mano derecha a la barbilla. Y entonces encuentra la repuesta a la cuestión. Que se eliminaran las desigualdades en el mundo y que esa eliminación de desigualdades permitiera que todo el mundo tuviera derecho a la vida digna y saludable que desee tener.

Un deseo… Piensa Carme en voz alta. Con su inconfundible calidez explica. Me gustaría que mi hijo pudiera tener una existencia feliz en un mundo en el que pudiera desarrollarse, equivocarse, avanzar, retroceder, elegir… Y que, igual que mi hijo fuera lo mismo para los niños y niñas del mundo, todos aquellos que me vienen a la mente y que, al mirar atrás, son recuerdos siempre con un poco de desgarro. Todos, todos tienen esa sonrisa, esa mirada clara. Es tan difícil pensar que las oportunidades son tan diferentes para unos y para otros. Me gustaría que todos tuvieran oportunidad de poderse desarrollar lo mejor posible.

Carme Tàpies: "Hay un dicho que dice que quien salva una persona, salva el mundo o salva la humanidad"

Hay un dicho que dice que quien salva una persona, salva el mundo o salva la humanidad. Me gusta mucho, me identifico mucho con esa visión porque pienso que el mundo está tremendamente interconectado. En esa transformación y esa construcción del mundo es lo que yo he querido participar siempre y creo que no hay que desfallecer.

Añadir cualquier otra cosa sería como enjuagarse la boca después del último bocado de un buen dulce. Es preferible quedar con la buena sensación de que granito a granito, aún hay esperanza, y en gran medida depende de nosotros, está en nuestra mano.